La casa de Ross Street, by Robert Mills Architects
Hotel Denit, una propuesta minimalista del estudio GCA en el Barrio Gótico de Barcelona
Fotografía: Oriol Llauradó
Fotografía: Federico García
Fotografía: Art Gray Photography
Fotografía: Jonas Bjerre-Poulsen
Fotografía: Ken'ichi Suzuki
Fotografía: Takumi Ota
Fotografía: Jonas Bjerre-Poulsen
Fotografía: Sharon Risedorph
Fotografía: Estudi EPDSE
Fotografía: Art Gray Photography
Fotografía: Manfred Seidl
Fotografía: Ken'ichi Suzuki
Fotografía: i29 l interior architects
Casa minimalista, por Junichi Sampei de A.L.X. Architect Label Xain
Fotografía: Kouichi Torimura
Fotografía: Pedro Vannucchi
Fotografía: Santiago Garcés
Fotografía: Marcel van der Burgh
Fotografía: Fernando Manosalvas
Fotografía: Bill Timmerman
Fotografía: Toshihide Kajihara
Fotografía: Fernando Guerra/FG+SG
Fotografía: Ricardo Abuauad
Fotografía: Bill Timmerman
Fotografía: Peter Cuypers
Fotografía: CornbreadWorks
Shimogamo House por Edward Suzuki Associates Inc.
Fotografía: Yasuhiro Nukamura
La Casa sulla Morella de Andrea Oliva
Fotografía: Kai-Uwe Schulte-Bunert
Fotografía: Paul Tierney Potography
Me encantan las fotografías, las ideas y el refinamiento sutil de estos espacios. Comprendo que la escenificación de lo minimalista requiere pureza absoluta ante la cámara pero echo en falta vida o la sospecha de ritmo vital natural, ausente de afectación. Creo que en muchos de estos habitáculos me vería en la obligación de vestir de blanco, de negro o de blanco y nego con alguna concesión al gris o al rojo porque otros colores desentonarían quizás. Estoy exagerando evidentemente pero minimalista a ultranza como soy, he llegado a la conclusión de que la ordenación en el espacio de volúmenes desnudos de ni un apice de arropamiento ornamental y la obsesión por el blanco no me sirve más que base germinal para dejar caer sin abigarrar las tonalidades de las cosa que inevitablemente se desprenden de mí, mis intimas compañeras. Hay veces que he tenido discusiones con decorado@s por no preguntarme como me muevo entre mi dermis primera, mi piel, y la segunda mi casa. Por eso creo que una casa debe partir de un consenso con el artista que te la crea como base para que vaya desarrollándose en un diálogo permanente con mi existencia cotidiana que varía a lo largo del tiempo y las circunstancias anímicas que condicionan nuestros movimientos íntimos, que sólo nos permitimos en eso que se llama hogar. Me han gustado mucho todas las propuestas. Gracias por tan selecto reportaje.
ResponderEliminar